martes, 2 de septiembre de 2008

Este margen es muy pequeño...


Corría el siglo XVII. El era un abogado francés que trabaja como juez de Paz en Toulouse. En sus ratos libres creaba teoremas. Y uno de ellos fue resuelto hace sólo 15 años.

El último teorema de Fermat, más estrictamente la última conjetura de Fermat, fue demostrada por el matemático inglés Andrew Willes hace apenas 15 años en Cambridge, Inglaterra.
Andrew era apenas un niño de 10 años cuando, en una biblioteca pública, descubrió la conjetura de fermat en un manual de matemática. Cómo podía ser que algo tan sencillo de entender no hubiera podido ser demostrado todavía? Era fácil: x a la n + y a la n = z a la n, es falso para cualquier n natural mayor que 2 (con x, y, z reales).
Pierre de Fermat se encontraba estudiando sus libros de aritmética de Diofanto de Alejandría, y en la sección de Teoría de números se detuvo especialmente en la demostración del Teorema de Pitágoras. Al margen de la misma escribió su conjetura. Y abajo de ella: "He hallado una hermosa demostración pero este margen es muy pequeño para contenerla". La frase suena a desafío.
Su conjetura no es más que la generalización a todos los naturales del Teorema de Pitágoras. Podría leerse así: la suma de la enésima potencia de los catétos es igual a la enésima potencia de la hipotenusa.
Clarísimo.
Pero, cómo podía ser que ninguno de los grandes matemáticos de la historia hayan podido encontrar una demostración? Gauss no pudo, Euler no pudo, Lagrange no pudo, Kümmel tampoco.
Willes asumió este hecho como un reto personal. Y se encerró en su altillo durante 8 (ocho) años. Su vida consistía en el dictado de clases en Cambridge y en la reclusión en el altillo en absoluto secreto para no dar pistas a la comunidad matemática y sufrir un plagio de algún colega.
Pero todo lo sencillo que tiene el enunciado de la conjetura no tiene relación alguna con su demostración.
Sin embargo hay que decirlo, contaba con una ventaja: en el camino sus renombrados colegas le fueron tendiendo algunas ayudas "demostrando" la veracidad del teorema para valores particulares de n. Por ejemplo: se sabía que era verdadero para n=3, n=4 y así hasta 8. Pero qué pasaba con n= 9? y con n= 38? Había que demostrar la verdad o falsedad de la conjetura para "cualquier" valor de n.
Y en eso andaba Willes, tal vez fascinado también por el lado romántico de la conjetura: el matemático alemán Ernst Kümmel tenía pensado acabar con su vida a causa de un serio problema con su pareja. Había calculado con exactitud el día y la hora del hecho, la parábola que haría la bala del arcabuz al entrar a su cuerpo, la integral indefinida de la velocidad de la misma y el lugar exacto en el que caería desvanecido. La noche anterior se preparó, preparó el arcabuz y mientrás se disponía a esperar la hora señalada se sentó a leer un libro de matemática. Y se concentró en la conjetura de Fermat. Mucho. Tanto que llegó a "demostrarla" para n=4, se le pasó la hora señalada y como no se había suicidado, consagró el resto de su vida a la conjetura estableciendo al momento de su muerte natural una condecoración equivalente a U$s 1.000.000 actuales para quien hallara la demostración general. La Fundación Kümmel se encargaría de hacer la entrega del premio en el futuro.
Willes solicitó 3 sesiones en el Congreso Anual de Matemática que se realizó en la Universidad de Cambridge, en 1993. No dió el título de las mismas. Sólo dijo que se tratarían de Teoría de números.
"QED" dijo sonriente mirando cómo los asistentes observaban incrédulos la ya ex-conjetura en el pizarrón.
Y se fue corriendo. La Fundación Kümmel atendía hasta las 6 de la tarde.

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